#PlumaInvitada: Rubén Aguilar.
El marxista Antonio Gramsci (1891-1937) produjo una extraordinaria obra teórica que se recoge en lo que se llaman Los Cuadernos de la cárcel, que contienen sus trabajos producidos entre 1929 y 1935.
En sus escritos plantea con mucha claridad que el Estado se compone de dos actores: el gobierno y la sociedad civil. Esta idea es una de sus grandes aportaciones teóricas, para el estudio de la sociedad.
A partir de sus aportaciones queda más claro que el Estado no es sinónimo del gobierno y que cuando hablamos del Estado estamos haciendo referencia tanto al gobierno como a la sociedad civil.
A lo largo del siglo XX y lo que va del siglo XXI son muchos los pensadores, marxistas y no marxistas, que han trabajado en la misma dirección que lo hizo el teórico y el político italiano.
Para Gramsci, uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano (PCI) en 1921, el mercado era parte de la sociedad civil. Decía que todo lo que no es gobierno es sociedad civil y todo lo que no es sociedad civil es gobierno.
Hoy día el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la ONU y otros organismos internacionales plantean que el Estado se integra con tres actores: el gobierno, el mercado y la sociedad civil.
Así, la gobernanza, la posibilidad de hacer un buen gobierno, se entiende como la acción concertada, en la construcción de la comunidad nacional, entre los actores que constituyen el Estado. Cada uno dese su propio espacio.
Los estudios de la sociedad civil plantean que ésta, a su vez, se compone de dos grandes bloques: De un lado están las organizaciones sin fines de lucro que se reúnen para defender sus propios intereses, como los sindicatos y las cámaras empresariales.
Y de otro lado se ubican las organizaciones sin fines de lucro que se proponen ayudar o servir a los demás, que son lo que se ha dado en llamar las Organizaciones no Gubernamentales (ONG), ahora Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC).
Así, la fortaleza del Estado sólo se logra si los tres actores que lo integran están a su vez fortalecidos. Si uno de ellos es débil, el Estado en su conjunto también lo es porque falla uno de sus componentes. El desarrollo pleno de un país pasa necesariamente por el fortalecimiento de los tres actores que integran al Estado.
Las democracias más desarrolladas, que también coinciden con ser los países más socialmente más avanzados, no solo entienden muy bien los planteamientos anteriores sin que actúan y desarrollan sus actividades en el marco de la misma.
Y por eso los gobiernos de esos países, desde la función que les corresponde, en la lógica de la gobernanza, apoyan el desarrollo de los otros dos actores del Estado.
En el caso de México, por diversas razones, una de ellas fue que el PRI, que estuvo en la presidencia 80 años seguidos, siempre vio a la sociedad civil como una amenaza, como una estructura a la que no podía controlar en su lógica corporativa.
A lo largo de esos años siempre la combatió y a las OSC se les puso todo tipo de obstáculos para impedir su desarrollo. Hubo momentos en que incluso se les persiguió.
Ahora el presidente López Obrador, formado por más de 14 años en el PRI, confunde el Estado con el gobierno, para él son lo mismo. No entiende que el mercado y la sociedad civil son también actores en la construcción del Estado.
Y en su anacrónica visión estatista, donde gobierno y Estado son lo mismo, no entiende y tampoco reconoce el papel de los otros actores en la construcción del Estado. De manera particular ve a las OSC como grupos independientes a los que no puede controlar y alinear a su proyecto.
Por eso desde el inicio de su gobierno, de manera frontal y agresiva, ha descalificado sistemática a las OSC y ha dejado de apoyar proyectos conjuntos, muy exitosos, construidos entre el gobierno y las OSC. Lo que quiere es debilitarlas y si se puede desaparecerlas.
El presidente no va a cambiar su posición, su arraigado y trasnochado priismo le impiden entender la nueva lógica en la construcción del Estado y por eso mismo el papel fundamental de las OSC.
Hay que ser conscientes de que en este sexenio vienen años muy difíciles para la sociedad civil en su conjunto y en particular para las OSC. Eso mismo exige de estas mucha inteligencia y creatividad, para primero resistir y luego avanzar a pesar de todas las dificultades.
SOBRE EL AUTOR:
RUBÉN AGUILAR VALENZUELA
Asesor Político, Ex vocero presidencial.
Licenciado en filosofía, maestro en sociología y doctor en ciencias sociales por la Universidad Iberoamericana (Campus Santa Fe, México). Tiene estudios de comunicación en el ITESO (Guadalajara, Jalisco) y de desarrollo institucional en el INODEP (París, Francia). Se ha desarrollado en el ámbito de la consultoría, la academia, el periodismo, la asesoría y el sector público. De 2002 a 2006 se desempeñó como coordinador de la secretaría particular del Presidente y como Coordinador de Comunicación Social y Portavoz de la Presidencia de la República. Como articulista ha colaborado en la revista Proceso, Mañana, Estrategia, Milenio Semanal, Nexos, Etcétera, en los periódicos El Universal, El Financiero y El Economista así como en periódicos digitales como Animal Político, de la Ciudad de México, e Infolatam, de Madrid, España. En los últimos 25 años ha participado como voluntario en una veintena de organizaciones de la sociedad civil y en la actualidad es consejero de integrante de media docena de organizaciones.
@RubenAguilar @rubenaguilarv Ruben Aguilar Valenzuela