CRÓNICA DE UNA JORNADA EN ZOZOBRA
Madrid, España.- Los españoles el pasado domingo regresaron a las urnas después de seis meses, y esto se ha visto reflejado, sobre todo en la baja participación, la más baja de la historia de la democracia.Fue una noche de contrastes, desde la alegría del Partido Popular, un partido que se veía fuera del gobierno sin remedio hace solo unas semanas, a la decepción de los militantes de Podemos y sus coaliciones, que vieron cómo las encuestas no siempre aciertan.
Empezamos la noche en el teatro Goya, cuartel general de los morados podemitas el pasado domingo. En unos minutos pasamos de ver la tensión y la expectación de sus militantes, a las caras de decepción de los dirigentes. ¿Dónde creen que se ha fallado?, era la pregunta que todos los medios hacían, y ayer había aún pocas respuestas que dar. La palabra “fracaso” rondaba el ambiente en la multidinaria sala de prensa. A todo el mundo nos cayó como sorpresa el resultado, las hipótesis saltaban en todos los comentarios; que sí, la abstención en territorios claves para la coalición de izquierdas era la culpable, otros se preguntaban, aunque en voz baja, como un análisis a profundidad, si el Brexit había afectado. ¿Acaso el votante fue conservador ante la inminente turbulencia que se avecina?
Pero la mayor sorpresa de la noche fueron los 137 escaños del PP en el Congreso. Ya con los primeros votos escrutados Mariano Rajoy dio un suspiro de tranquilidad después de meses de aguantar la respiración, y consiguió contagiar a cientos de seguidores populares que se reunían en la sede del partido en la calle de Génova, pidiendo el famoso “brinco” del Presidente en funciones.
El mismo frenesí se vio agitado por la irrupción de unos cuantos descontentos, que al grito de “ladrones” mostraron carteles reivindicativos, y que salieron “ayudados” por la policía mientras los militantes populares gritaban contra ellos “Sí se puede” y “Yo soy Español”.
A diferencia de México, donde minutos después del cierre de urnas es ya una costumbre que todos los candidatos se nombren victoriosos en las ruedas de prensa, en Madrid, todos se sabían perdedores, cada uno a su manera. Los resultados mostraban que los nuevos partidos empeoraron su resultado cuando esperaban crecer en votos y escaños, los socialistas y Pedro Sánchez ahora se ven arrinconados con su peor resultado de la historia, aunque, de cierta manera, perdiendo salen ganando, ya que resisten al “sorpasso”, es decir, el rebase de Podemos. Los populares saben que desde hace cuatro años, hasta el 26J han perdido a más de dos millones de votantes que no han conseguido recuperar, aunque después de los resultados del domingo Mariano Rajoy es el único que se queda con un buen sabor de boca entre toda la amargura.
El reto empieza justo ahora. Tras la resaca electoral, viene el momento de los acuerdos, de la política. Una vez más, como en la elección de diciembre, a partir de la que no se pudo formar gobierno y que provocó la del 26J, ningún bloque tiene mayoría absoluta para asegurar una investidura ni un gobierno estable de coalición, y en todos los cálculos y fórmulas hay al menos cuatro partidos implicados en los acuerdos. Después del domingo continúa la polarización con dos Españas, una azul y otra morada. Cada una con intereses enfrentados, con ideologías tremendamente opuestas, un escenario en el que, si en algo coinciden, es que ambas se juegan el futuro los próximos cuatros años. Serán semanas largas. Todos tendrán que poner de su parte, en una España y una Europa que enfrentan un panorama de incertidumbre.
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