ADAPTARSE O MORIR: LA LUCHA DEL PERIODISMO CONTEMPORÁNEO

Por: ANDREA CAMARENA.

Después de tres años y medio, 900 artículos de opinión y cientos de artículos informativos, el periódico The New York Times, en su versión en Español, anunció que cesará operaciones debido a que ya no representaba un negocio rentable para el corporativo norteamericano.
Existe un eterno debate sobre el futuro de la prensa escrita, ¿desaparecerán los periódicos impresos? ¿Hay que migrar a internet para sobrevivir? Incierto, la única certeza que hoy tenemos es que, en definitiva, los tiempos han cambiado, y si bien un porcentaje considerable de la población aún gusta de hojear esas planas grisáceas y palpar cada noticia, cada historia y cada reportaje con sus propias manos, existen muchas otras que ya ni recuerdan, o que de plano, nunca han sentido la textura de ese cúmulo de hojas.

La crisis del periodismo se ha venido gestando y agudizando a la par del auge del internet. “Desde que nació internet y la gente comenzó a leer noticias gratuitamente, ha sido un tsunami que ha barrido decenas de miles de empleos” señala el periodista y escritor argentino, Andrés Oppenheimer, en su libro “Sálvese quien pueda”; en el cual también revela que en los últimos diez años, el número de periodistas que perdieron su empleo en Estados Unidos, fue de 25,000 aproximadamente.

Debido a este desmesurado avance de la tecnología, es lógico pensar que ocurrirían dos cosas con la prensa escrita: la primera, TODOS los medios que quisieran sobrevivir deberían tener una versión online. Y la segunda, que emergerían distintas propuestas de portales cuya única plataforma, fuera la Web, y los únicos lectores, los millones de cibernautas que tienen acceso a ésta.

A pesar de todo, esta última opción sonaba prometedora ¿no es así? Escatimar recursos en impresión, tener la posibilidad de jugar y vestir tus textos con material más interactivo, y sobre todo, llegar a una audiencia casi ilimitada.

Sin embargo, el escenario al que se han enfrentado diversos diarios digitales, dista mucho de esta fantasía periodística. El número del periodistas que comenzaron a desarrollar su carrera en medios digitales, no compensó, ni por asomo, la monstruosa pérdida de empleos que originó el declive de los periódicos impresos.

Aunado a esto, nos encontramos con que efectivamente, apostarle en su totalidad al internet, tampoco era la vía, lo que desembocó en el cese de funciones no solo del NYT en Español, sino de Buzfeed News, Hufftington Post y MX, por mencionar algunos de los casos más sonados del 2019.

¿Y entonces? ¿cuál es el futuro? ¿cuál es la vía? ¿cuál es la fórmula? O más bien, ¿hay un futuro? ¿Hay una vía? ¿hay una fórmula? Es difícil saberlo con certeza, cuando nos enfrentamos a una realidad en la que mientras lees este texto, existen máquinas escribiendo noticias en el Washington Post, por ejemplo. No obstante, es verdad que aunque las máquinas están haciendo algo que es imprescindible en el periodismo, no representa la esencia del mismo: el diarismo. Redactar y publicar las notas diarias, las actuales, refiere a una tarea sin duda inherente a la profesión misma, pero que al limitarse a ser meramente informativa, puede y es, en efecto, algo que un sistema complejo de algoritmos puede reemplazar.

Y es ahí en donde, desde mi perspectiva, se encuentra la luz al final del camino para esta industria: en apostarle a medios que a su vez, hagan reportajes atrevidos, busquen historias que muevan y conmuevan y por supuesto, le pierdan el miedo a la investigación.

Si el periodismo quiere tener un chance, debe desafiar algoritmos, debe jugar ese AS que las tecnologías no tienen y posiblemente, nunca tendrán. Debe ser atrevido, irreverente. Sentar sus bases en la indagación, la introspección; enfocarse en capturar las historias de esos héroes anónimos y en darle voz a aquéllos que necesitan gritar y no pueden. Se trata de ofrecer un periodismo ambicioso, que se traduzca en contenidos de mejor calidad que, más allá de informar, obliguen a los lectores a tomar consciencia, razonar, reflexionar y sobre todo, CUESTIONAR.

El New York Times en Español, sin duda, lo supo detectar. Jamás se presentó como un diario de mera información banal, sino que, por el contrario, lo hizo como una propuesta valiente de temas atrevidos, de historias profundas y de controversias plagadas de respuestas que a la vez generaban un sinfín de dudas más. Como debe ser.

Por el bien de las audiencias en México, Latinoamérica y el mundo, que el amor al conocimiento y la verdad algún día llegue a ser rentable para los tomadores de decisiones, y se logre asentar en la audiencia, una cultura de remuneración al oficio; es decir, un hábito por destinar algo de tu bolsillo a cambio de información valiosa, de calidad.

Es una cadena necesaria que consta de una relación simbiótica entre periodismo y sociedad, y que debemos trabajar por normalizar. Así es, normalicemos esa sed de verdad y esas ganas de apoyar a quienes tienen ganas de saciarla, o resignémonos a condenar al periodismo a la guillotina, y a ver la cabeza de la democracia rodar.

 

 

 

SOBRE LA AUTORA:

ANDREA CAMARENA

Creativa y Analista Jr en  Politiks360º  

Comunicóloga y analista, apasionada por (cambiar) la política. Desarrolla productos de análisis que profundizan en el ánimo social y político. También crea y desarrolla contenidos escritos y audiovisuales.

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@chinacamarena