Por: Luis Daniel Santiago

Hace unos días, del 23 al 26 de mayo para ser exactos, se llevaron a cabo elecciones en los veintiocho países miembros de la Unión Europea para renovar al Parlamento Europeo. El PE, como se le conoce coloquialmente, refiere al poder legislativo de la Unión Europea fundado después de la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de incentivar la interdependencia económica y política entre países miembros y así evitar conflictos.

Los 751 eurodiputados del PE elegidos directamente por voto, representan a más de 500 millones de habitantes europeos ante la Unión Europea. Dentro de sus funciones está legislar, entre otros temas, sobre la libertad de circulación, la seguridad alimentaria, la protección del consumidor, el medio ambiente y numerosos sectores de la economía destacando la negociación del presupuesto de la UE.

Ahora bien, en una realidad denotada por la migración masiva de refugiados provenientes de Medio Oriente y África, el terrorismo, el crecimiento de movimientos populistas y posturas aislacionistas de ultraderecha como los chalecos amarillos en Francia y el próximo retiro de figuras emblemáticas del sistema como Angela Merkel, estas elecciones representaban una prueba de fuego. ¿Europa seguiría siendo un sistema único, compartido, de libre migración y cooperación? ¿Los brotes nacionalistas alimentados por retóricas de polarización, euro escépticas y antiinmigrantes serían una tendencia que trascendería lo local?

Con un porcentaje de participación de 51% – el más alto en 20 años- el electorado europeo volvió a favorecer a partidos pertenecientes al Partido Popular Europeo (centro derecha), y a la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (centro izquierda) sin embargo, no obtuvieron los escaños suficientes para volver a gobernar con mayoría absoluta; esto en gran parte, por el notable desempeño de la Alianza de Demócratas y Liberales por Europa (al que pertenece el movimiento Renaissance de Emmanuel Macron) y al Partido Verde Europeo, el cual aglomera a la mayoría de fuerzas de ideología verde en el continente.

Por lo tanto, las dos grandes fuerzas emblemáticas del establishment deberán ceder ante las corrientes progresistas y ecológicas para construir una coalición de gobierno. A grandes rasgos esto podría significar que el status quo se mantiene y que quienes formarán los bloques de mayoría tienen en común el fortalecimiento de la Unión Europea. Sin embargo, el ultranacionalismo también ganó.

Los grandes partidos de posturas escépticas hacia la UE, como la francesa Reagrupación Nacional de Marine Le Pen (polémica por comparar los rezos públicos de la comunidad musulmana con la ocupación nazi en Francia), la Liga Italiana de Matteo Salvini (vocal opositor al matrimonio entre personas del mismo sexo) y el AFD alemán (quienes se oponen al sentimiento de culpa por las atrocidades nazis, como el Monumento al Holocausto de Berlín), están divididos en tres grupos parlamentarios que sumados, representan el 10% del PE, es decir, un número mucho menor de lo esperado. Ahora, si se hace un análisis por país, el resultado es otro.

Reagrupación Nacional fue el partido más votado en Francia al igual que la Liga en Italia, mientras que AFD es ahora la tercera fuerza en Alemania. La extrema derecha y el euroescepticismo también obtuvieron decisivas victorias en Hungría e Inglaterra. En el primero, el partido del nacionalista Viktor Orban triunfó con 52% de los votos y en Inglaterra el partido del Brexit, cuya única plataforma es la salida del país de la UE, fue el más votado.

¿Qué nos dice este resultado sobre el ambiente que se respira en Europa en estos días? Dos cosas: Fragmentación y polarización.

Si lo analizamos pensando por ejemplo, en Estados Unidos durante las elecciones 2016 y los posibles escenarios que se avecinan para las elecciones del 2020, es un hecho que el centro ya empieza a desaparecer en Europa. Los electores ya no quieren ver a candidatos que cedan, sino activistas que se mueran en la raya por sus ideas. Hoy los de centro siguen siendo más, pero por mucho menos.  Y es que si bien es cierto que los antiinmigrantes y euroescépticos tienen una representación de peso, los liberales y ambientalistas también la tienen.

Aunque no se dio la revolución de votos para la ultra derecha que algunos vaticinaban, el crecimiento de la ultraderecha y de los ambientalistas aunado al debilitamiento del centro en países clave como Francia y Alemania,  le abre la puerta a la polarización.

Asimismo, con Angela Merkel retirándose próximamente, Inglaterra en vías de concretar el Brexit y con la popularidad de Marcon en declive, no queda claro quién tomará la batuta del centro europeo, ni si esa persona podrá mantener la unidad dentro de la UE como la Canciller alemana lo ha hecho.

Sin duda alguna el resultado de esta elección, más que un cambio, nos habla de un preludio en la lucha de liderazgo que viene para Europa en la que el centro se desgaja, las posturas se siguen polarizando y los matices, se desvanecen.

SOBRE EL AUTOR:

LUIS DANIEL SANTIAGO

Estratega Junior en Politiks360º

Comunicólogo apasionado por la política y la sociedad. Curioso investigador de las tendencias que mueven al mundo. Propone contenidos estratégicos y creativos para cada momento de nuestras campañas.

 @ldsanvid