Por: Andrea Camarena.
Esta es la historia de una isla que una vez que se despertó, le fue imposible volver a dormir. Esta es la historia de un pueblo que por dos semanas se desprendió de los colores que los separaban y se aferró al rojo, blanco y azul que los unían. Esta es la historia de una joven que junto con miles de sus compatriotas, se manifestó durante dos semanas ante la armónica consigna de “Ricky Renuncia”.
Ana Sofía Martí regresó a su casa un miércoles 10 de julio y se sentó junto a su madre, quien se encontraba viendo el noticiero. “Mamá, ¿qué está pasando?” preguntó Ana mientras presenciaba en el televisor, un desfile de arrestos a funcionarios y empresarios. Habían arrestado a Julia Keleher, Secretaria de Educación, a Fernando Sherrer, presidente de la firma BDO Puerto Rico y uno de los principales contratistas del gobierno, y a otras figuras del mismo calibre político-empresarial. Todas, acusadas por presunta corrupción mediante fraude y lavado de dinero.
“Ahí comenzó la indignación, cuando vimos que esta gente se había robado dinero del departamento de educación y de salud. Tú no puedes jugar con la salud y la educación de nadie. Eso es ley, eso es moral…eso es lógica” expresó Ana, la joven de 23 años, originaria de Bayamón, Puerto Rico.
El malestar se había gestado, pero la verdadera revolución de la Isla, apenas comenzaba. El viernes 12 de julio, el Centro de Periodismo Investigativo (CPI), publicó 889 páginas evidenciando al entonces gobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló. Entre las páginas se encontraban una serie de conversaciones de Roselló con su círculo más cercano en las que se burlaba de los muertos del huracán María, de la comunidad LGBTQ+, de los niños, de las mujeres, de los ancianos. Según el testimonio de Ana, “lo que molestaba era que en esos chats la persona que incitaba esos comentarios y que empezaba con el humor negro, era el gobernador (…) cuando te das cuenta que alguien que gobierna un país, piensa así de su gente, uno se indigna”.
Aunque esta ola de indignación encontró su cauce a partir de dicha filtración de mensajes, lo cierto es que el cuatrienio de Roselló ya comenzaba a mancharse ante el cúmulo de problemas económicos que enfrentaba la isla y por supuesto, ante su gran lastre: el huracán María. De acuerdo con medios locales, el gobernador intentó manipular la opinión pública para generar una percepción de efectividad en las medidas de restauración llevadas a cabo, y para maquillar las cifras de muertos que este desastre natural había dejado. Sesenta y cuatro muertos, dijo Roselló. Bueno, tres mil, tuvo que aceptar un año después.
“Cuando salieron los chats a la luz, fue el boom, se nos abrieron los ojos. De repente una de mis mejores amigas, a la que nunca le habían interesado los temas de política, me habla y me dice –Ana, vamos a marchar- la vi tan afectada que ahí fue cuando dije <<Puñeta, esto es heavy, esto es serio>>”.
Aunque el viernes 12 se filtraron los chats, desde el miércoles que comenzaron los arrestos, ya había gente marchando. Ana y su amiga se unieron al movimiento ese domingo en La Fortaleza (residencia oficial del gobernador), en donde entre un centenar de gritos, Ana logró percibir uno que llamó su atención “Yo estoy aquí porque después del huracán María se tardaron en encontrar el cuerpo de mi papá dos semanas, y en esos chats el gobernador se estaba mofando de los muertos de María, de mi papá”, narraba un joven de aproximadamente 27 años. Al escuchar eso, para Ana ya no había vuelta atrás. “La gente estaba indignada porque esto les tocó el corazón, NOS tocó el corazón…y con toda razón” cuenta la joven boricua.
Ese fin de semana fue el inicio de un movimiento que no pararía, y que por el contrario, día a día crecería. De acuerdo con lo relatado por Ana, las redes sociales seguían una única agenda: convocar para protestar, para manifestar. “No había un story en Instagram que no tuviera la bandera de Puerto Rico, una manifestación o la invitación para unirte a una”.
Y así, las calles cada vez tenían más pies, el viento cada vez tenía más eco y su lucha, cada vez tenía más fuerza. El miércoles 17 de julio fue el primer Paro Nacional, una caravana que hizo salir a las calles a miles de puertorriqueños y cuyas filas se encontraban lideradas por algunos de los grandes de la música como Ricky Martin, Benito Martínez (Bad Bunny) y René Pérez (Residente). “Ellos son artistas y generalmente uno les quiere tomar fotos, pero como todos sabíamos que estaban ahí en facultad de puertorriqueños, con la indignación que nos inundaba a todos, ni me dieron ganas de sacar el celular; preferí observarlos. Entonces vi a René tocarse el pecho en señal de lucha, vi a Benito ondear la bandera y a Ricky Martin orgulloso de los puertorriqueños con la bandera LGBTQ+. Y nadie les gritaba a ellos. Nadie gritaba “René, Benito, Ricky Martin”, no, todos gritaban <<¡Puerto Rico!>>” narra Ana.
Aunque algunos medios locales calificaron esa manifestación de “violenta”, Ana asegura que lejos de ser conflictiva, fue un momento mágico en el que si bien, el coraje y la furia los habían sacado a las calles, la ayuda y la fraternidad que entre todos se mostraban, los mantuvieron ahí. “Aunque tú llegaras sola, no estabas sola. Tenías el mismo ideal y sentimiento que todos ahí. La gente se apoyaba. Se repartía comida y agua gratis. Era una solidaridad continua”.
El patriotismo que los puertorriqueños experimentaron estos días, fue abrumador. En el buen y mal sentido. Por un lado, éste los seguía motivando a organizarse y reinventarse a tal nivel, que distintas comunidades comenzaron a planear sus propias concentraciones. “Había manifestaciones de crossfiteros, de gente que hace yoga, de bailarines de salsa… todas se manifestaban a su manera, pero con el mismo fin” cuenta Ana. Pero por el otro lado, el sentimiento de frustración también crecía al ver que los días pasaban y Ricky, seguía sin moverse de La Fortaleza.
Un día antes del segundo Paro Nacional, Ana estaba saliendo de una manifestación pacífica frente al palacio de gobierno cuando se topó con unos hombres que estaban cantando canciones de Puerto Rico, para Puerto Rico. De pronto, advirtió algo que nunca creyó presenciar “cuando volteé a ver a los guardias de la Fortaleza, vi a una mujer (de las guardias) uniéndose al canto de los hombres, no pude evitar llorar. Ahí me di cuenta que algunos estaban de ese lado porque tenían necesidad, no porque quisieran que a Puerto Rico le fuera mal”.
Y por fin llegó el día, el lunes 22 de julio. Día del Segundo Paro Nacional. Día en el que todo el que se hiciera llamar puertorriqueño, saldría a las calles con un objetivo muy claro: clamar justicia para Puerto Rico, hacer historia. Ya habían pasado 10 días desde que los mensajes de Roselló habían fungido como balde de agua fría para la isla, y este movimiento se iba haciendo más grande y más fuerte. A diferencia del primero paro, Ana relata que en éste se sentía un ambiente más ligero, de más alegría y optimismo. “Ahí ya sabíamos que éramos más. Más que ayer, que antier y que el día anterior y que por eso, eventualmente, íbamos a lograrlo”.
Ese día hubo calor, hubo lluvia, hubo sol y hubo luna, pero las calles, ya intransitables, no cesaron su grito de guerra. “Llegué a mi casa empapada, muerta de cansancio y solo pensaba <<He hecho todo lo posible, por favor, YA RENUNCIA CABRÓN” cuenta Ana.
Sin embargo no fue hasta dos días después de ese segundo gran paro, cuando los boricuas despertaron creyendo que sería un día de protesta más y se toparon con que Roselló había convocado a la prensa a las cinco de la tarde en la Fortaleza para dar un mensaje. ¿Podría ser? ¿Podría ser el día que Ricky escucharía los reclamos de su pueblo? Todos lo esperaban, pero nadie lo sabía.
Las horas pasaban y Ricky no aparecía. Los periodistas que llegaron puntuales lamentaron haberlo hecho cuando ya eran las nueve de la noche y Roselló seguía sin aparecer. La expectativa descendía y daba cabida nuevamente, a esa furia sazonada de frustración. Muchos decidieron ir a dormir, decepcionados de que el gobernador hubiera jugado con el tiempo y las emociones de toda una isla.
De pronto, cuando el reloj marcó las 11:20 de la noche, el rostro de Ricardo apareció en las pantallas de cada casa y cada celular, ofreciendo un discurso con un cierre estratégico que significaría el éxito de la revolución del pueblo. Sí, Ricardo Roselló, el mismo que en 2015 prometió prosperidad para el pueblo de Puerto Rico, acababa de anunciar su dimisión del cargo de gobernador.
“No te puedo explicar lo que sentí. Lo único que estaba en mi mente era <<WOW puñeta, lo hicimos. Nos unimos y lo hicimos, somos invencibles>>”. Sin importar que el día siguiente era laborable, los boricuas se dieron cita frente a su ya habitual escenario, La Fortaleza, para bailar, cantar y celebrar que su lucha ciudadana había rendido frutos. Ana relata que durante la celebración, estuvo hablando con un señor de la tercera edad que con ojos regocijantes, le dijo “Nunca había visto algo así en mi vida”.
Y así, el movimiento que en su mayoría fue propiciado por jóvenes de la isla cumplió su principal cometido: desterrar a un gobernante que no los representaba, que les había hecho mucho daño y del que todos se avergonzaban. Pero ese triunfo da paso a un nuevo reto. El gobernador que ocupe el lugar de Roselló en La Fortaleza tendrá que limpiar parte del desastre que el funcionario dejó: corrupción, deuda, programas sociales débiles.
Habrá que darle tiempo al tiempo y esperar que la clase política puertorriqueña, vea esto como una oportunidad de reconfigurarse como lo que debe ser: un propulsor del país y de su gente. Mientras tanto, entre este escenario de incertidumbre, hay una certeza. Ana y el pueblo de Puerto Rico jamás olvidarán lo que juntos fueron capaces de lograr, pues hoy ya son el vivo rostro de una democracia promovida desde las bases. Hoy ya son referente para muchas naciones de que el poder sí reside en la gente siempre y cuando exista convicción, principios y voluntad. Ahora, solo queda una incógnita por responder: Ricky renunció, ¿y ahora qué?
SOBRE LA AUTORA:
ANDREA CAMARENA
Creativa y Analista Jr en Politiks360º
Comunicóloga y analista, apasionada por (cambiar) la política. Desarrolla productos de análisis que profundizan en el ánimo social y político. También crea y desarrolla contenidos escritos y audiovisuales.
*Agradecimiento especial a Ana Sofía Martí Pineda por compartir el testimonio que sirvió como base para la realización de este artículo y las fotografías para la promoción del mismo.