Por: Valentina Ramírez Zapata.

Escribo estas líneas a sólo 30 días de un proceso electoral en Colombia que definirá muchas vidas, progresos, fracasos, sonrisas y dolores, porque la política implica todo eso.

Me pidieron escribir estas lineas desde la vivencia diaria de una campaña, de la política en todas sus vertientes, desde quien pide dinero por un voto hasta quien pide cinco minutos para ser escuchado porque es lo único que está esperando en medio de las campañas tradicionales de cada cuatro años.

Una campaña es un ser vivo con emociones a flor de piel, con la presión de un resultado incierto en una fecha determinada, con un único objetivo: ganar para obtener poder.

En ese camino que pocos ven hay un esfuerzo titánico de equipos que en ocasiones cuentan con recursos que se acercan a la infinidad porque usan dineros públicos o dineros provenientes de “inversionistas”, otros con pocos recursos y muchos voluntarios, otros solo con pocos recursos.

Desde caminar a diario, entender qué quiere la gente y cómo decírselo, diferenciarse en medio de tanta información, usar las nuevas tecnologías, montar un volante que no sabemos si van a leer, pensar en un golpe de opinión, preparar a un candidato, mostrarle a los electores la realidad más allá de las emociones, el show, las percepciones, mostrar la realidad que los ciudadanos se niegan a ver porque a veces es mejor vivir con una venda, levantar la cura duele, duele saber todo lo que hay por hacer.

Todo esto es un desafío en el que aún teniendo información, el sentido común se convierte en el mayor aliado, y en el cual la incertidumbre es el compañero con el que debemos aprender a vivir.

No es cualquier trabajo aquel de hacer una campaña que elegirá al próximo mandatario de un territorio, quien determinará el futuro de miles de personas. Por eso la consultoría política no puede ser un negocio cualquiera, esta debe ser una vocación de servicio como la medicina, y no una simple transacción de mercado. Niego lo innegable: la política es un negocio. Así lo dicen los zorros políticos y “los que saben de ello”.

La pregunta al final de tanto esfuerzo es, ¿el poder para qué?

Todos suspiramos por poder, la diferencia radica en el bien y el mal, entre el negro y blanco porque en la intención del poder no hay grises.

Servir o enriquecerse; digan lo que quieran decir, critiquen cuanto quieran criticar, esa es la realidad de la política sin echarnos cuentos.

El poder para transformar vidas, el poder para recuperar la confianza de los ciudadanos, el poder para hacer las cosas bien, el poder para reivindicar años de desengaño; el mas importante, el poder ciudadano para elegir.

Me niego a creer que los ciudadanos somos simples peones de un sistema, me niego a creer que no despertamos, me niego a aceptar el “roba pero poquito”, me niego a no luchar, porque no luchar es condenarnos a la muerte.

Negar que la amamos, negar que nos duele, negar que podemos alejarnos… eso es negar lo innegable.

 

SOBRE EL AUTOR:

 

VALENTINA RAMÍREZ ZAPATA

Estratega Jr en Politiks360º Colombia.

La joven consultora colombiana que ya cuenta con varias campañas presidenciales en su C.V. Analiza la coyuntura y desarrolla contenidos para optimizar la comunicación de la campaña.

 @Varazava