Por: Valentina Ramírez Zapata
Para quienes trabajamos de forma directa en la calle, haciendo política o como decimos ahora para sonar menos politiqueros, construyendo sociedad; es normal luchar con el argumento del electorado o de los ciudadanos: “todos los políticos son iguales, vienen y prometen en campaña, pero cuando ganan se les olvida todo”. Eso pasa en Colombia, México, Perú, Paraguay, Estados Unidos, Francia y el mundo entero.
¿Cómo luchar contra ese argumento? ¿Cómo enfrentar los cambios en las dinámicas políticas que nos llevaron de hacer campaña uno a uno, a luego usar medios masivos parar comunicar un mensaje, y ahora a volver al uno a uno porque los ciudadanos quieren cercanía y que los miren a los ojos? ¿Cómo hacer eso cuando la población se ha duplicado?
Tal vez es momento de un mensaje diferente. A fin de cuentas, todos somos políticos, hacemos política TODOS los días y es, de hecho, el cambio que debemos buscar como sociedad: dejar de hablar de poder político para hablar de poder social.
Creemos que la política se limita al estudio de las relaciones de poder, y la pregunta aquí es: ¿dónde reside el poder sino es en cada uno de nosotros? Hace muchos años, tal vez siglos, surgió el poder social desde el arte, el deporte, la cultura, la economía, la ecología; y hoy el poder lo tienen los llamados “influencers” en redes sociales, los cuales son capaces de movilizar más masas que un político tradicional.
Un artista, por ejemplo, puede visibilizar las problemáticas sociales y encontrar soluciones COLECTIVAS a través del arte, convencido de recuperar el propósito de SU vida y la de los protagonistas de sus obras: SER FELIZ. Tal vez la mitad de sus compradores no se interesen por el impacto de su dinero y estén motivados por el producto; sin embargo, la otra mitad adquiere este producto, y no el de otro artista, por el valor agregado del mismo. Ese valor agregado lo tienen muchos políticos y candidatos: es su autenticidad, la verdadera misión (cuando la hay) para aspirar al poder público. El problema es que hoy, con el descrédito de la profesión en conjunto y la lucha constante para que el mensaje del político gane la atención de la gente (entre miles de impactos que recibe el ciudadano cada día), nos encontramos estamos ante un verdadero reto de comunicación. Y la verdad sea dicha, en nuestros tiempos, hace falta esa autenticidad de la causa, pocos se parecen a Cicerón, pocos hacen política con intención y menos hacen política de verdad.
Volvemos entonces al ciudadano. ¿Cómo involucrar a esos nuevos líderes que no saben que hacen política todos los días? ¿cómo hacerles ver que cambiar una vida e impactar de forma positiva a la sociedad es la razón de ser de la palabra que con dificultad sale de nuestra boca?
¿Cómo le damos un valor agregado a la política que hacemos? ¿Cómo atraemos esos nuevos movimientos en masa a las elecciones cada cuatro o cinco años? ¿Cómo nos convertimos en “influencers” políticos partiendo de la espontaneidad propia de los jóvenes que como adultos tanto nos cuesta?
DiCaprio defiende y lanza posiciones sobre la protección del medio ambiente, Angelina Jolie hace lo propio con la desnutrición infantil, y así, cientos de artistas hacen política todos los días. Y aún así, nosotros los ciudadanos comunes, creemos que estamos alejados de ese mundo de relaciones de poder, cuando en realidad, somos los protagonistas del mismo. Decir entonces que todos los políticos son iguales equivale a invalidar el lienzo del artista o el actuar de todos los que existimos y coexistimos en sociedad, y que hacemos política todos los días, aún sin saberlo.
Esas discusiones de un domingo en la tarde: política.
El café con amigas o amigos: política.
La salida a correr: política.
Porque simplemente vivir en sociedad nos hace políticos.
SOBRE EL AUTOR:
VALENTINA RAMÍREZ ZAPATA
Estratega Jr en Politiks360º Colombia.
La joven consultora colombiana que ya cuenta con varias campañas presidenciales en su C.V. Analiza la coyuntura y desarrolla contenidos para optimizar la comunicación de la campaña.